ENTREVISTAS

"El que me haga una pregunta pendeja va a recibir, no una respuesta pendeja, sino para pendejos".
GLORIA TREVI en Maxim en español enero de 2007.

En unos días.

GLORIA ¿IN EXCELSIS? / RICARDO ROCHA

Realizada el 19 de septiembre de 1993. Publicada en el libro "Conversaciones para gente grande" de Ricardo Rocha.

¿Y de qué hablar con ella... qué decir de ella? ¡Si ya se ha dicho todo! Que sus millones de discos vendidos, que sus legiones de fanáticos tratando de atrapar un pedacito de su Gloria, que el pezón hiperamplificado de su calendario, con opiniones tan opuestas: desde “es el sumum de la vulgaridad” hasta “es el más bello de los paisajes”, que es heroína “locochona” de películas y hasta de historietas, que es admirable su protesta ante los tribunales de los Estados Unidos que se permiten secuestrar a un mexicano “para investigarlo”, que debate hasta con su abuelita a través de los diarios, que quiere ser presidenta, que corren ríos de tinta para describirla a ella, que las buenas conciencias despotrican contra ella, que los intelectuales discurren acerca de ella, que los jóvenes poetas escriben fascinados sobre ella:

¿Qué colores de tu umbrosa entrepierna
qué trozos de cada pezón
qué ombligo expuesto
qué posibles calzones
serán patrimonio de quienes
jamás podrán saber todo lo tuyo
todo lo propio de ti
que por gracia del cotidiano deseo
tú también así
inevitablemente ignoras?


Que es la más inteligente, la más sexy, que es pura moda, que se habla de ella sólo por snobismo: que es la mejor, la peor, la única... la única persona realmente novedosa de estos tiempos, la única que sabe lo que dice porque compone sus propias canciones, la única latina comparable con Madonna, la única capaz de desnudar a su público... y ¡hasta a la sociedad!, la única... pues.

Esto y mucho más se ha dicho en la calle, pero también en diarios y revistas de todo el continente: desde El Correo de Lima, en Peru, hasta el San Juan Star de Puerto Rico, pasando por La Cuarta de Santiago de Chile, Excélsior de México y el Calendar de los Ángeles.

Si alguien sospecha de una muy bien orquestada campaña de medios, habría de leer el artículo del influyente e internacional Mew York Times que titula así, sin títulos de interrogación un artículo sobre la Trevi: ¡Gloria in Excelsis!

Si persisten las dudas citemos al exigente y exclusivísimo magazine The New Yorker, que no escatima elogios a esta jovencita de 23 años de quien afirma: “...ha logrado convertirse rápidamente en uno de los auténticos personajes del México de la segunda mitad de este siglo”.

Nada más y nada menos.

Y antes de que ella aparezca en estas páginas, sólo quiero decir que la he visto muchas veces en la televisión, en los puestos de periódicos y en los labios de infinidad de gente. Personalmente muy poco. Hace tres o cuatro años, cuando formaba parte del efímero grupo juvenil “Boquitas pintadas”, invitado a uno de mis programas y en algún encuentro fortuito, con apenas un cruce de palabras.

Conversar con ella, sólo una vez hasta ahora.

En mi estudio de televisión cuando acaba de cantar algo de su autoría y con más de una intención. Los borregos, donde hace un juego alusivo a las masas y al poder.

Cuando termina, está hecha un ovillo sobre el piso, con la cabellera inagotable cubriéndola casi toda. La ayudo a levantarse para sentarnos, al fin, a hablar. Luego de nuestra conversación recodaría de nuevo a su joven poeta:

¿Cuál es tu país
en estas plazas y trenes de Mexico City?
¿Cuál será el rumbo
de tus voces sin música?
¿Cuál será el fulgor
de ese cuerpo tuyo
en el que casi
no puedes vivir?


Del poema Su nombre es Gloria, de Saúl Ibargoyen, tomado del suplemento de la revista Génesis.

Gracias por estar aquí, Gloria. Evidentemente la canción de Los borregos que acaba de cantar no es una canción de amor, te quiero, me quieres, lara lara la. Dicen los críticos y quienes saben que es la única canción verdaderamente política que se ha escrito en los últimos tiempos. ¿Lo hizo así, a propósito?, ¿le interesan los asuntos públicos? y ¿por qué?
La mera neta, sí, me interesan los asuntos públicos, porque yo soy parte del público, yo soy parte del pueblo, ¿no? Y a mí me interesa mucho mi país, yo lo quiero con toda mi alma, con todo mi corazón y, pues lógicamente que me interesa. Es cuestión de que de repente me desespera ver tanta apatía de parte de la gente que se queda así, como dice la canción, casi casi como borregos. Y sí fue intencional, el momento en el que yo la hice, yo quise hacerla especialmente para que le llamara la atención a los niños, porque yo creo que... bueno, no es lo que yo crea, es lo que es, en ellos está el futuro y a los niños no hay que darles canciones tontas, sino canciones que tengan un significado, que les enseñen algo.
Entonces a mí me encanta cuando veo a un niñito cantando: brincan, brincan los borregos... ¿sí me entiendes? A mí me trajo unas satisfacciones muy grandes cuando de repente los intelectuales, ¿no?, ésos que saben un chorro, empezaron a platicar y a decir: Gloria Trevi de qué quiso hablar, quiso hablar del gobierno, quiso hablar...

¿Qué mensaje llevaba?
Quiso hablar de las escuelas, de las casas, de las fábricas. Bueno, yo creo que allí depende mucho de cada quien. Eso es lo mágico de esta canción, que yo creo que cada quien se acomoda el saco según como le quede, unos son el lobo, otros son el perro y otros son borregos.

A propósito del futuro que usted hablaba en esta primera parte de su respuesta, hablaba usted del futuro y de los niños. Y a propósito de las cosas que vendrán, ¿hasta qué punto le interesan –intentando amalgamar todas estas cosas que hemos hablado hasta el momento- los asuntos públicos? ¿Es verdad que quiere ser, hablando del futuro, presidente de México, en algún momento?
Mira, amalgamando la situación... no... (risas).

Se está usted burlando de mí.
No, no, cómo crees, mano. ¿A poco crees que me burlo de ti si digo “chido” y “neta”...

Para nada.
Pues es el lenguaje de cada quien, ¿no?

Además es el de mis orígenes, de Tepito, cómo lo voy a negar, ¿eh?
Bueno, yo sí quiero ser presidenta de la República, también quiero ser astronauta y también quiero ser bicicleta, ¿no? Pero en serio sí quiero ser y por lo menos...

¿Parece esto un gag publicitario?
No, no, es más, lo que sea de cada quien, de mí dirán lo que quieran, lo único que no pueden decir es que soy una hipócrita y una mentirosa, y lo que no pueden decir tampoco es que yo lo que digo no lo cumplo. Porque yo todo lo que he dicho, hasta la fecha, en mis tres años y medio de carrera, lo he ido cumpliendo y a paso veloz. Y así que cuando yo prometa que voy a pavimentar todas las calles de México, lo voy a cumplir.

¿Y para qué año usted lo ha pensado, más o menos?
No, pues ya cuando esté medio cabrera, media madurona (risas), medio interesante, a eso de los cuarenta años.

¿No cree que lo que se requeriría, precisamente, sería esa vitalidad de usted?
Bueno, pues a uno no se le debe quitar la vitalidad con los años.

En un periódico muy serio, en La Jornada, hace poco salió una nota que decía que Gloria no pospusiera sus anhelos, que de una vez debería lanzarse cuanto antes, ¿lo vio?
Pues es que ellos sí me comprenden... No, pero imagínate, yo creo que sería un poquito... La gente lo tomaría a chunga, yo sé que mucha gente lo toma a que yo estoy bromeando, pero yo quiero saber, quién puede saber más de los problemas de nuestro país, ¿un chavo que se va a estudiar a Oxford o a la Universidad ésa de Yale –como se llamen esas cosas- o una gente que ha vivido en los camiones, en el Metro, en la calle, ¿no? Yo creo que esa gente es la que sabe lo que realmente nos hace falta a los jóvenes y lo que realmente le hace falta también a los adultos, a toda la gente.

Decía usted que no se puede decir de mí esto, sin embargo, se han dicho algunas otras cosas...
Uff...

Me llamó la atención, por ejemplo, lo que decía el New Yorker, que es una publicación que yo respeto mucho y creo que mucha gente también, que es como la exquisitez de las revistas en los Estados Unidos y circula en buena parte del mundo también. Decía: sexy, ¿de acuerdo?
Pues ellos me ven con ojos de cariño.

Vulgar.
Pues fíjate que si nos vamos a lo que quiere decir la palabra vulgaridad... yo la verdad sí la busqué en el diccionario, porque mucha gente decía: Gloria es vulgar, Gloria es vulgar, y cuando busqué la palabra quiere decir algo así, que viene del vulgo, que viene del pueblo.

Vulgo, pueblo.
Exacto... Yo sí, fíjate, yo pienso esto, yo prefiero ser “naca” que niña bien.

¿Por qué?
Pus, no sé, se me hace más divertido. Yo prefiero ser pueblo que gobierno, porque aparte de todo, el pueblo tiene más poder... es como decir, yo prefiero ser religión que iglesia, ¿sí? Yo prefiero ser pueblo, soy pueblo... prefiero ser sencilla que creída.

O sea, la realidad, pese a la crudeza o rudeza que puede tener la realidad, hablando, por ejemplo, de religión y de iglesia, hay convicciones, pero no hay sujetamiento a tanta autoridad. A propósito de esa actitud suya de romper con el autoritarismo, ¿se considera anárquica, como vi que decía el New York Times, que es usted anárquica y que ése es el mejor adjetivo que le va? ¿Esta ruptura de los convencionalismos es una postura a propósito, Gloria, o ha sido una veta a explotar para tener una imagen muy diferente?
Mira, hay cosas con las que estoy de acuerdo y no tengo porque ponerme en contra. Por ejemplo, yo estoy de acuerdo con todo lo que es justo, con la verdad, con la honestidad. Hay gente a la que le gusta que le mientan, ése es el único problema, a mí de repente me preguntan cosas que tal vez sean indiscretas, que tal vez otras personas, otras artistas, otras entidades públicas dirían: no, yo nunca haría eso. Pero, por favor, es en lo que viven. Y a mí me lo preguntan y yo digo: pues sí, yo lo hice, lo que pasa es que yo acepto, yo reconozco y, así como te digo yo estoy en contra de la pena de muerte, por ejemplo, para algunos paisanos nuestros que sabemos que están condenados en los Estados Unidos, yo estoy en contra de esas cosas, pero estoy a favor lógicamente de la vida, estoy a favor de la felicidad, yo soy católica, yo creo en Dios, creo en la Virgen, en la Virgencita de Guadalupe, ¿sí me entiendes? No soy una gente que rompa con las cosas nomás porque sí.

¿Y sigue usted con los preceptos, acata los mandamientos, por ejemplo?
Allí está la situación, que soy honesta y te digo que no y pues...

¿Cuáles acata y cuáles no, o le da por temporadas?
Hay mucha gente que se las da de santos, de puros, de vírgenes, etcétera. ¿Pero sabes por qué son vírgenes?

Hay por ahí una canción que esta prohibida y hasta satanizada de usted, sobre la virgen.
No todas son vírgenes, hay unas que es por buena onda, pero hay unas que nomás porque no se las quisieron echar y tienen una amargura contra la gente. Yo sí digo las cosas como las pienso... ¿Cómo pueden criticar esas mujeres a una mujer que se entregó por amor, si ellas nunca se han entregado por amor o si ellas nunca han amado, o cómo pueden ellas criticar, ellas, a una prostituta, no? Porque yo creo que para criticar a una prostituta tienes que vivir lo que ella ha vivido y yo creo que si viviste lo que ella ha vivido, la puedes comprender.

Pero, en sentido contrario, ¿por qué solidarizarse con una prostituta?
¿Por qué? Te voy a decir por qué: porque son seres humanos que tienen derechos igual que todos y, porque si Jesús, que era el hijo de Dios, les dio su amor, les dio sus palabras siendo él perfecto, nosotros quiénes somos para ponernos a criticarlas, si nosotros cometemos muchísimas cosas que tal vez son iguales de... Yo, por ejemplo, de repente sí me echo mis mentiras, ay sí, ¿no? Bueno, mejor no nos ponemos a enumerar, pero... Yo, por ejemplo, te puedo decir que Dios nunca dijo mentir es menos grave que fornicar, ¿verdad? Y yo creo que todos hemos echad una mentira. Así que yo no digo que esté bien lo que ellas hacen, lo que yo digo es que ellas sufren.

En resumen: está con ellas.
Pues con ellas y con los jóvenes y también con los jóvenes que son drogadictos porque están solos, porque necesitan amor, porque necesitan cariño. Y también estoy con los chavos y las chavas que no tienen ningún tipo de problemas de drogadicción ni de prostitución, por ejemplo, que tienen una gran soledad, que tienen una soledad en su casa, que no tienen un hogar, también estoy con ellos.

¿Esto también porque lo ha vivido Gloria de los Ángeles Treviño Ruiz? ¿Qué tantas cosas ha vivido una joven como usted y qué tan cerca o qué tan lejos sigue estando de esa Gloria de los Ángeles de Gloria Trevi?
Mira, pues la soledad en mi casa, pues sí la viví, ¿no? Yo soy hipersensible y a mí me pagó muy duro cuando mis papás se divorciaron, muy duro.

¿Esas cosas la marcaron, en definitiva, Gloria?
Pues... yo creo que ahora están más marcados los hijos de padres que no se divorcian, porque yo creo que casi todos se divorcian. Entonces los hijos de padres que no se divorcian han de decir: ¿por qué mis papás no?... ¡Ay, sí...! Pero sí, yo siento que sí me marcó, sí, hubiera sido muy diferente mi perspectiva de las cosas si esto no me hubiera pasado. Sin embargo, yo doy gracias, le doy gracias a Dios por todo lo que me ha pasado, porque me ha ayudado a comprender muchas cosas y a poder hacer canciones como Hoy me iré de casa o como ¿Qué hago aquí?

Y yo recuerdo que en estas canciones, sin embargo, se da cuenta de estos episodios difíciles para el ser humano, pero hay muchas otras que hablan de una gran alegría y de una gran combatividad, en el mejor sentido, por la vida, la lucha por la vida misma. ¿Cómo ha hecho para no haberse amargado la existencia?
Yo creo que los jóvenes tenemos muchas broncas pero no estamos amargados. Yo creo que siempre sale el sol y siempre podemos seguir hacia adelante, hasta que se acabe el mundo, pero mientras tenemos que luchar.

¿Esperamos a que salga el sol o buscamos el sol?
Pos... ahi como quieras. Si tienes lana para irte al otro lado del mundo o si tienes las ganas para irte remando, pues órale, ¿no? Yo creo que no tienes ni que buscarlo. Pero bueno, ya hablando en el sentido del trabajo y de esforzarse uno mismo, pues claro que uno tiene que hacer las cosas. Pero la vida es como la rueda de la fortuna, estás arriba, luego estas abajo.

¿Cómo se siente usted en este momento en el que las revistas, los sociólogos, los analistas la están viendo como un fenómeno psicosocial, como si se tratase de un especimen así único en un laboratorio? ¿Cómo se siente así, en este momento, con todos estos que llamamos éxitos en ventas, en discos, en presentaciones?
Como una niña con dos cabezas, ¿no? Una cosa así.

¿Cómo se ve a sí misma? ¿Se gusta? ¿Está contenta?
Bueno, siento que voy en la rueda de la fortuna que te comentaba ahorita, pero apenas voy por aquí, todavía falta mucho para que suba. Bueno, uno tiene muchos sueños, uno tiene muchas ganas. Yo, fíjate que cuando veo todo eso que está pasando, no nada más en Estados Unidos, sino también en Argentina, en España, en Italia, en Francia, yo siento bien bonito, porque no pienso yo: “¡Ay, qué bárbaro, qué bien lo estoy haciendo!”, sino pienso en México.

¿No quiere darse cuenta? ¿Cree que le podría afectar de alguna manera el darse cuenta de esta popularidad?
Mira, la verdad sí me doy cuenta, y se siente bien bonito cuando de repente llego al aeropuerto y llega un chorro de gente y me quieren dar besos y las chavas y las señoras me dicen que mis hijitos te quieren mucho y que bailan como tú y que se peinan como tú, pues uno se emociona, ¿no? Pero de allí a que me vaya a afectar... está duro, ¿no? A uno no se le olvidan los tacos de cabeza afuerita del metro Pino Suárez.

¿Hace cuánto estaba cantando en el metro?
Pues hace... poquito más de tres años y medio.

Estamos hablando de mil días, los mil días de Gloria de los Ángeles Treviño... o la Trevi, ¿qué prefiere?
Pues la Trevi para los cuates, es que Ángeles me decían nomás cuando me iban a regañar. ¡Ángeles! Y yo...

¿No es un cambio demasiado violento, Gloria? Mil días es un lapso cortísimo.
Ha sido muy rápido todo, pero yo todavía quisiera que fuera más rápido.

¿Por qué?
Porque tengo prisa, ¿qué tal si me muero mañana?

¿Tiene miedo a la muerte, la verdad?
La neta, sí, más que mi muerte propia, la muerte de mis seres queridos. Ahí sí prefiero morirme yo antes que la gente a la que yo quiero.

¿Qué tatas cosas más quiere lograr? ¿Por qué esta prisa, por alcanzar qué?
Bueno, mira, yo quiero demostrar, por ejemplo, lo que la mujer latina, lo que la mujer mexicana somos y podemos hacer y lo que valemos, no nada más en México. el chiste es demostrárselo a toda la gente, a todo el mundo, a los chinos, a los japoneses, a los gringos, a todo el mundo. Quiero que pasen mil años y alguien por ahí diga: ¿se acuerdan de Gloria Trevi? Me gusta tal canción de ella...

Oiga, eso aquí entre nos también es un poquito, muchito de vanidad, ¿no?
Pues sí, ¿no? Sí, la verdad yo creo que todos quisiéramos dejar una huella en el mundo, todos. Algunos la dejan por medio de los hijos, otros por medio de nuestro trabajo.

¿Y cómo quisiera usted trascender, cómo quisiera que la recordasen?
Quisiera que me recordaran por todo, que dijeran su música, sus canciones, sus letras... Era la más terrible del escenario, la más acelerada arriba del escenario, la que más sorprendía, la que más divertía a la gente, la que podía hacer pasar a la gente momentos felices. Y, ¿por qué no?, también por mis calendarios, por como era cuando era joven, ¿no? Cuando sea viejita los voy a ver.

Y por sí misma, ¿dónde está el ser humano, dónde está la Gloria de los Ángeles? ¿Se le ha olvidado o por qué no piensa en ella también un poco, además de la artista, la Trevi?
Es que somos la misma... A los cinco años o seis ya estaba componiendo una canción. Yo ya me paraba enfrente del espejo y cantaba y daba las gracias al espejo... Entonces soy la misma, somos la misma.

Es la misma con todas estas diferentes facetas, que lo mismo habla de los borregos que dice, por ejemplo: “En esta mañana, tú con tus ojos, brillo de luna y tu boca envidiosa, que no da, que no da. Tú con tu amante y amigo el viendo que alborota tu cabello y revela todos tus sueños revueltos, rebeldes, locos y enamorados, de ayer, de mañana y del deseo y de lo que quiero ser. Y mañana, si hay mañana, lo seré. ¿Esa es otra Gloria, también?
Bueno, todos tenemos momentos en los que estamos neuróticos o románticos, tristes y contentos. Fíjate que esta canción para mí es una de mis canciones preferidas, viene en el primer disco, en el primer disco que grabé.

¿Estaba muy enamorada, entonces?
Mucho muy enamorada. No sabes...

Sí, bueno, pues no sé, pero dígame.
La muerte... Fue terrible y hermoso a la vez.

¿Por qué?
¡Uy, no! Fue muy... fue muy duro. De repente fue muy duro porque él no me quería como yo.

¿Cómo sabe?
Porque a mí se me rompía el corazón, se me salía. Y a él no.

¿Es verdad eso? Cuando se ama tan intensamente, ¿es como morirse un poco, como abrirse el cuerpo? ¿Es una pequeña muerte esa forma de querer así?
Sí. Le juro, así... Ya no sé ni como le hablo, te hablo... Que si alguien me hubiera dicho, fíjate lo que te voy a decir: que él se iba a ir al infierno y para seguir por siempre yo podía cambiar mi alma por la de él, yo la hubiera cambiado.

¿De veras? Eso es mucho más que querer... Ésa es una... yo no sé si decir locura o pérdida absoluta de sí misma para darse al otro, a ese grado...
De veras...

¿Y qué quedó de...?
¡Cenizas!

¿Qué quedó...?
Bueno, donde hubo fuego quedaron cenizas... Pero mucho muy tranquila... No, no... Nada.

¡Qué fuerte!
No, simplemente me di por satisfecha...

¿Cuáles son las cosas que más le atraen de otra persona? Porque evidentemente decía usted que se está cuidando y en cuanto alguien le gusta ya no... ¿Cuáles son las cosas que le atraen en principio, qué cosas admira de los demás...? Una persona que está acostumbrada a que la admiren y a que la vean diferente...
Bueno, yo... ¡ay! En lo primero que me fijo en un chavo, de veras, así con todo lo aventada que soy –ya ves que hay chavas que se fijan en las pompis o en lo de adelante o cosas por el estilo...-, esto ya viene después... Además uno no puede saber la verdad, porque luego los pantalones son bien engañosos.

¡Gloria, por favor!
La verdad, la verdad... Yo me fijo primero que nada en los ojos y... en la plática. Bueno, no me refiero a los ojos bonitos, azules y pestañudos, ay no... Quién sabe qué mañas tengan... ¡La neta! Me fijo en que sean profundos, que me pongan, no sé, que sean como algo que pasa por aquí, como la comida cuando se te atora, que te pone nerviosa, que te vuelan mariposas así en el estómago...

Eso puede ser para una canción: “Tú eres como la comida cuando se te atora...”
Sí, ¿no? Sí... Y en la plática, que sea original, que me atrape.

Se dice que la inteligencia es uno de los mejores afrodisíacos... ¿Está usted de acuerdo?
Yo creo que sí. Es más, yo te puedo decir que cuando de repente yo andaba allá en la calle y tomaba el metro y me gritaba alguien: ¡Lupita, Lupita, ay, perdón, te confundí con Lupita! Ay, me daban ganas de meterle una cachetada por antioriginal, te decía lo más burdo, ¿no? O el típico “te invito a tomar un café” – “No tomo café” – “Te invito tomar una copa” – “No tomo copa”. O sea...

¿Estudias o trabajas?
Sí, ¿no? Me cae gordo ese tipo de cosas.

Anticonvencionalismos.
Algunos, la mayoría sí...

Todos... ¿y así siempre?
No todos, hay algunos que sí me pasan, ¿no?... La verdad... sí.

¿Como cuáles?
Pues hacer el amor convencional, diría yo... ja ja.

¿Y de manera convencional, también?
No, no muy convencional... Bueno, depende, porque ya en esta época como que uno dice: ¿qué ya no es convencional?

Fíjese, dijo. “hacer el amor”, no dijo “hacer el sexo”. Eso me llama la atención. ¿Son dos cosas diferentes? Digo, yo no sé. A ver, dígame.
Bueno, para mí son dos cosas diferentes... El sexo, a unos les puede traer mucho placer... Yo no lo sé, la verdad, yo no lo he probado...

¿El sexo?
El sexo. Yo he hecho el amor, ¿me entiendes?

¿Nunca le ha dado curiosidad el sexo per se?
El sexo, por ser, o sea, por sexo, así de que ¡eh, tú! Ven y órale... no.

No, no “¡eh, tú, ven y órale!”, pero, oiga, una apreciación estética, digamos, o algo y hacerlo así, o porque hay una identificación intelectual, aunque no haya eso que llaman amor...
Te voy a decir... es que yo creo que cada quien le da un sentido diferente a las palabras... Cuando yo digo “hacer el amor”, tal vez para muchos “hacer el amor” es el sexo... Es eso, ¿no? A mí me gusta mucho el sexo, por ejemplo, los desnudos –que no es lo mismo que el sexo- en el arte, a mí se me hacen bellos porque somos la obra maestra, mano. Entonces, a mí se me hace bello, se me hace natural.

Son ustedes, las mujeres, la obra maestra... ¿O qué, o un hombre?
Gracias, gracias... No, pues hay unos... le echa uno un taco de ojo al David que no está mal, no tan pasadero... Está muy bien.

¿No se supone que era un goce nada más estético, cuasi místico?
Pues claro, ¿qué dije? Está muy bien...

Pero también lo otro...
Está muy bien...

Bueno, realmente son cosas que no se riñen, ¿no?
Yo creo que no. Yo creo que depende mucho del gusto de cada quien, en mi caso particular yo no le veo malicia. Será que yo no le di mordida a la manzana... ¿verdad? Entonces, como que a mí esas cosas no me dan vergüenza.

Gloria, muchas gracias por esta conversación. ¿Podemos terminar con algo como esto de la acera de enfrente es para los valientes...? “Por cruzarme la calle tuve ya un accidente, y es que no soy cobarde, voy por la acera de enfrente. Yo sí tengo coraje y soy muy diferente, la que quiera atreverse cruce conmigo... ¿a dónde?
Hacia enfrente...

Muchas gracias, Gloria, gracias por estar con nosotros. Hasta muy pronto.

GLORIA TREVI: CUERPO MENTE Y ALMA / ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO

Realizada por Elvira Hernández Carballido. Publicada en la revista "Fem" de julio de 1995.
En unos días.

GLORIA PROTAGONISTA: GLORIA TREVI / CARLOS MONSIVÁIS

Artículo publicado en el libro "Los rituales del caos" de Carlos Monsivaís en 1995.
En unos días.

DEL CUENTO AL ESCÁNDALO / RUBÉN AVIÑA

Fragmentos del libro "Magia y desencanto" de Rubén Aviña de 1997. Entrevista realizada en 1993.

Estrellas de papel, plasmadas en simples fotografías que permanecen ahí, colgadas en la pared, fieles a mis recuerdos. Ninguna estaba al tanto de lo que para mí significaba, de los sueños que me inventaba a costa de ellas, sin pedirles permiso ni autorización. Sueños que, una vez más, entre el agobio del trabajo y la rutina de todos los días, se fueron desmoronando, cuando la magia se fue perdiendo y ya no le encontré mucho chiste que digamos a eso de fabricarte sueños. ¿Para qué? Si esas estrellas, a final de cuentas, llegan, y ya que te sedujeron, luego se van.

Pero en eso se puso de moda Gloria Trevi, a quien había conocido años atrás, en 1985, precisamente cuando Rosy Pérez y yo trabajamos en Verarte Publicidad, con Sergio Andrade. Gloria era una de las Boquitas Pintadas, el grupo que estaba preparando Sergio.

Gloria Trevi entonces tenía apenas unos catorce o quince años. Era una muchachita siempre sonriente, dulce, ocurrente y con un cierto aire de despiste, la misma a la que cinco años después de haberla conocido un día mientras estaba en mi oficina, escuché en la radio, cantando con voz rasposa “Doctor Psiquiatra”, la canción que en cuestión de semanas se colocó en el primer lugar de las listas de popularidad.

Tremendo impacto me llevé cuando, más tarde, la vi en “Siempre en Domingo”. Ya no era la que yo había conocido. Era otra, una muy distinta, con su cabellera leonina, su aspecto agresivo. ¡Hasta su manera de hablar era distinta! Igual que su manera de comportarse. Cuando la vi cantando “Doctor Psiquiatra”, revolcándose en el suelo, con aquellas medias rotas y la ropa tan estrafalaria, todavía desconcertado me pregunté: “¿Será la misma Boquita Pintada que conocí hace cinco años?”.

En medio de una gran polémica que se desató de inmediato (las damas de la Liga de la Decencia se enojaron), el ascenso de Gloria a la fama fue prácticamente inmediato, mientras que medio mundo la criticaba por sus fachas, por revolcarse en el piso, por enseñar los chones, por ser un pésimo ejemplo para la juventud y, sobre todo, para los niños que, sin embargo, estaban fascinados de la vida con tan peculiar y greñudo personaje. En efecto, todos la criticaban y eso significaba que hablaban de ella, que su imagen comenzaba a inundar no sólo las pantallas de televisión, sino también las páginas de los periódicos y las revistas.

En ese entonces, un día, estando en mi oficina, escribiendo a máquina (en la Brother último modelo), recibí una llamada telefónica de Sergio Andrade, de quien seguí siendo amigo después de la breve y desafortunada aventura en Verarte. Sergio, después de haber lanzado a Gloria en Boquitas Pintadas, seguí como su productor y representante en su etapa como controvertida solista. Y bueno, me contó un chisme: que a la muchacha la habían vetado en Televisa, después de su debut en “Siempre en Domingo”. Bueno, el veto no fue precisamente por parte de Televisa, sino por censura de la Secretaría de Gobernación y, claro, porque mucha gente se había quejado. ¿Cómo era posible que una cantante se presentara así en la tele, con ese tipo de ropa tan escandalosa, casi desnuda? Y que aparte se revolcara en el piso, ¡en forma por demás impúdica y hasta ofensiva!

Sin embargo, el supuesto veto sólo le trajo consigo más publicidad, y no llegó a más. Gloria siguió apareciendo en la tele, en todos lados.

EN ESTADO DE SHOCK

Gloria se quería proyectar loca, divertida, ocurrente. Tan ocurrente que, apenas unos meses después de su lanzamiento, convertida en la sensación del momento, en la más controvertida y criticada, se presentó ya con su grupo musical (al que llamó Los Mocos) y su propio show en una discoteque. ¿Qué haría Gloria en el escenario? Algo me habían contado de ese escandaloso espectáculo, pero yo todavía no lo creía.

Fui a esa discoteque, acompañado de una rubia y refinada amiga, Tere (una mujer de lo más propia y nice), a la que, después de rogarle mucho, finalmente convencí para que fuera conmigo. Ni Tere ni yo imaginábamos lo que íbamos a presenciar. Así que cuando comenzaron los primeros y estruendosos acordes rockanroleros, entre humo y un juego de luces, y al poco rato irrumpió sorpresivamente la Trevi en la pista, como vil pantera, con el cabello todo alborotado (desgreñado, para mi gusto), corriendo de un lado a otro, brincoteando como desesperada, ataviada con un mini vestido, ¡casi nos íbamos de espaldas!, a pesar de que ése era apenas el comienzo, el preámbulo de lo que vendría después.

Sí, porque luego, conforme transcurría el show, se dio vuelo con sus insinuantes gestos y movimientos, bañándose con coca cola, revolcándose en el suelo, barriéndolo con sus cabellos, como poseída. Y, luego, rompiendo botellas o ¡desnudando a un chavo en plena pista! Me quedé con el ojo cuadrado, casi en estado de shock, y lo mismo le sucedió a la refinada Tere. No es precisamente que me escandalizara, como estaba escandalizando a otros (aunque la mayoría de los presentes estaban divertidísimos), sino que me tenía impactado, un tipo de impacto diferente: violento, agresivo y grueso, como la Trevi.

Y en eso, cuando vi que se dirigía a la mesa en la que yo me encontraba, el corazón empezó a palpitarme con más fuerza, pero no de emoción, sino de pánico. “¡Aguas, Rubén! ¡Ahí viene esa loca! ¡Derechito a ti!... ¡Algo te va a hacer!”, me dijo Tere con voz temblorosa, con los ojos pelones, igual de espantada y conmocionada con aquella fiera. “¿Qué me irá a hacer Gloria? ¿También me va a mojar con coca-cola? ¿Me va a aventar la mesa? ¿O me va a romper una botella en la cabeza?”, pensé, mientras seguía con la taquicardia y el corazón parecía que se me iba a salir del pecho. Cunado la tuve frente a mí me hice el loco, fingí ignorarla, haciéndome menso. Pero como ella seguía ahí, brincoteando frente a mí, cantándome su “Doctor Psiquiatra”, simplemente le sonreí, pero no de felicidad, sino de nervios, de pavor, esperando que en cualquier momento me rompiera una botella.

Afortunadamente (tan linda ella), no me hizo nada de eso. Simplemente se subió a mi mesa y me bailó, sin importarle que le estuviera viendo los calzones. Luego brincó de la mesa y me dio un fugaz beso.

¡Qué buena onda! ¡Qué privilegio! En vez de mojarme con coca-cola, en vez de jalarme la corbata o despeinarme (como lo había hecho con otros), en vez de aventarme la mesa, ¡me había dado un glorioso beso!, seguramente consciente de que a mí, después de todo, me debía respeto, porque la había conocido desde chiquita. Y, además, sabía que me gustaba más la Gloria tierna y dulce que la escandalosa aquella que conmocionaba a todos. Los tenía embobados. A algunos, en serio, hasta se les caía la baba y ni siquiera pestañeaban. Qué manera tan novedosa y diferente de manejar al público.

Ya al final del show, Tere y yo salimos disparados de ahí, aún impresionados por lo que acabábamos de presenciar. Después de todo, me encantaban sus puntadas, sus ocurrencias, la manera en que se transformaba. Sin darme cuenta, ella también me estaba cautivando, convirtiéndose en mi nueva consentida.

MILAGRO Y DESPEDIDA

Y cuando creí que jamás volvería a verla, un día, la Esquivel (como otra buena hada madina) me concedió un deseo: una entrevista con Gloria. ¡Por fin! ¡Milagro! Pues sí, porque como en ese entonces, en 1993, ya estaba convertida en todo un fenómeno, como te decía, era muy difícil (incluso como periodista), llegar a ella. No te hablo de una simple entrevista de media hora, sino de una charla, sin límite de tiempo, como las que a mí me gustaban, en mi afán de desenmascarar a las estrellas, despojarlas de su disfraz y explorar en su mente, en sus sentimientos.

La cita sería en la casa de la calle de José María Iglesias (en la colonia San Rafael), donde Sergio Andrade tenía sus oficinas. Una caso un tanto descuidada, lúgubre y obscura, alfombrada en café obscuro. Entrabas y lo primero que veías era un patio con cajas, bocinas, aparatos, trebejos y demás. Luego, subías por una escalera (también casi en penumbras) y llegabas a la oficina de la Esquivel, una oficina con escritorios viejos y, eso sí, paredes multicolores, con dibujos y brochazos de la mismísima Gloria Trevi.

Después de unos dos años de no verla, Gloria llegó minutos más tarde, con el cabello escurrido, sin su peinado leonino, sin maquillaje, y vestida normalmente, sonriente, pero con la misma barrera de la que te hablaba antes, esa barrera que, incluso, por momentos me hacía sentirla fría, distante… Sin embargo, cuando encendí mi grabadora, otra vez se transformó y dejó su apariencia de chica común y corriente, para adoptar la apantallante imagen de la Trevi “gruesa”, pura dinamita.

Ya no me contó otra telenovela. Más bien, la charla comenzó con un incidente quele acababa de ocurrir, en el aeropuerto de Los Ángeles, cuando unos oficiales de la aduana quisieron desnudarla.

No sé por qué, pero esos tipos me pidieron que me metiera a un cuartito ¡donde querían que me desnudara para revisarme! ¿Qué? ¿Nada más?... Yo no sé hablar inglés, pero como pude, ahí enfrente de la gente, les dije a esos fulanos que mejor encueraran a su mother, a su sister, a su abuela, y de puro coraje, ¡que me levanto la blusa! Porque si me querían desnudar, ¡pues órale!, pero enfrente de todo el mundo. Entonces sí se asustaron y me dejaron en paz.

¿Y siempre has sido así de aventada, tan arriesgada, tan rebelde? Porque, según recuerdo, Gloria, cuando te conocí tú no eras así.
Bueno, Rubén, es que la vida... Como dicen, la mula no era arisca... Cuando tengo un motivo, cuando creo que tengo la razón, entonces sí, que no me hagan enojar porque no respondo.

¿Y qué es lo que más te hace enojar?
Las mentiras, el abuso.

¿Te han dicho muchas mentiras?
De repente. Más bien, en ocasiones publican mentiras sobre mí, cosas que no he dicho.

Oye Gloria, ¿y por qué te volviste tan gruesa?
Ya te dije que la mula no era arisca...

¿Y qué es lo más grueso que has hecho?
¿Con quién?

Con cualquiera. Tu mayor atrevimiento.
A ver, a ver... es que han sido tantos.

¿No te da miedo, por ejemplo, romper botellas en tu show, bañarte con coca cola o desnudar a un chavo en público?
No.

¿Así nada más? ¿Qué tal si un día te resbalas, caes al piso y te cortas con un pedazo de vidrio?
Soy atrevida, pero no mensa. Siempre me fijo dónde están los pedazos de vidrio. Además, los accidentes ocurren cuando menos lo esperas. No le tengo miedo a muchas cosas porque tengo la conciencia bien tranquila.

¿No tienes pecados?
No. Bueno, tantitos.

A ver, confiésamelos.
Pues el pecado de la gula y... también fornicar.

¿Con quién? Porque no se te conocen galanes.
Con quién se deje... No, no es cierto. Ahorita ando peor que una santa y mártir. Demasiado trabajo, y de lo otro, nada de nada. Con decirte que ¡ya hasta voy a volver a ser virgen!

¿Y no te hace falta desfogue sexual?
Mmm... es que quedo satisfecha en mis shows.

Entonces, cada show es como un acto sexual y el aplauso debe ser como un orgasmo.
¡Ándale! Mira qué ingeniosito me saliste. Pues sí, porque cuando hago un show me entrego, y eso me produce placer. Así es como yo entiendo la palabra orgasmo: quedar satisfecha, plena.

Bueno, ¿pero y el amor? ¿No sientes la necesidad de enamorarte, de que te amen?
Pues no.

No te lo creo. Yo sé que tienes tu corazoncito.
Pues sí, pero... Ay, ¿cómo me preguntas esas cosas? Lo que pasa es que cuando estuve muy enamorada de Alejandro, aquél que ya te platiqué, el ginecólogo, quedé muy ciscada. Él era muy macho, me quería dominar y pues... ¡imagínate que a Gloria Trevi la quieran mangonear!

Pero, y después de ese ginecólogo, ¿no te has encontrado a otro hombre que te guste?
De repente sí, pero no tengo tiempo de ligar porque tengo mucho trabajo.

¿Y cómo ligas, cuando puedes?
Depende de la presa, de la víctima, depende del carácter. Por ejemplo, con un tímido hay que ser más agresiva, más bien directa y también romántica. A un tímido empiezo por jalarle la corbata y luego le beso la mitad del labio.

¿Y con uno más audaz?
Depende qué tan audaz sea. A unos les gusta que seas rápida, pero a otros les gusta más manejar la situación y que te hagas la mensa un buen rato.

¿Y con un macho?
¡Machos, no! No, gracias. Ya me descalabré como a cinco por eso, ¡por machos! A uno de ellos, al primero, porque una vez en un camión se bajó el cierre de su pantalón y me enseñó algo que yo nunca había visto, ¿me entiendes? A mis quince años no había visto una cosa igual, y como yo traía cargada una grabadora, lo agarré con ese aparato y ¡pácatelas!, le di en la cabeza. Es que yo era muy inocente.

¿A los quince años Gloria Trevi todavía era inocente?
Es que era muy chavita, la chavita más tierna que te puedas imaginar. Bueno, tú me conociste a esa edad. Dime si no era muy inocente.

Pues sí, creo que sí.
Todavía a los 16 no sabía nada de nada, ni cómo se dan los besos. Creía que nada más pegabas la boca con la del galán y que así nos quedábamos los dos como pollos, durante media hora.

¿Y qué sentiste cuando te dieron el primero beso?
Ay, con decirte que hasta creí que había perdido la virginidad.

Así habrá estado el beso.
Pues normal, pero fíjate que me sentí ridícula. Honestamente, no me gustó, más bien me asustó, me dio asco. Es que no sabía besar.

¿Y ahora?
Ahora ya, claro.

¿Y qué tipo de besos te gustan más?
Los tiernos, cuando muerdes tantito el labio. Los besos secos. Y ya en otro momento los apasionados, los ardientes.

¿Eres romántica?
Ay, Rubén, ¡como si no me conocieras! Tú mejor que nadie sabes que soy súper romántica, ¡romantiquísima! Y también muy fiel, aunque no parezca.

¿Tú crees que las apariencias engañan?
A veces, como en mi caso.

¿Porque no eres tan gruesa ni reventada como muchos creen?
Más que gruesa o reventada soy apasionada. Cuando hago algo lo hago completo y doy todo, pero cuando no pues no doy nada.

Creo que ya te lo había dicho antes, pero me da la impresión de que detrás del personaje de Gloria Trevi, la gruesa, hay una mujer muy distinta, más tranquila y hasta tímida.
Pues... yo siento que soy la misma siempre. Lo que pasa es que en el escenario me prendo y alcanzo extremos a los que no llego en mi vida normal... la desesperación, la pasión, el éxtasis, el amor. Claro que fuera del escenario no me la paso todo el día arrastrándome por el piso. Cuando me divierto, me divierto, y cuando trabajo, trabajo.

Y amas también.
Sí.

Aunque no tengas a alguien en especial.
Sí, pero no importa porque soy soñadorsísima.

¿Y feliz?
Mmm... no, pero trato.

¿Por qué no eres feliz?
Porque a veces me siento sola. Bueno, ahora menos que antes, porque al menos durante mi show puedo estar con quince mil personas, aunque al final me quede otra vez sola, pero al menos sé que alguien se acuerda de mi después, cuando escucha una canción mía en el radio, cuando me ve en la tele o en una revista. Así ya no estoy tan sola, pero mucha gente que me critica ni se imagina...

¿Qué es lo que esa gente ni se imagina?
Pues eso, que puedo sentirme sola, como cualquiera. Pero eso entiendo a todos aquellos que se quejan de soledad. Yo sé lo que es padecer eso y muchas otras cosas.

¿Qué cosas?
Por ejemplo, la gente no sabe que en ocasiones, mientras estoy en un show, revolcándome en el piso, cantando o brincando, por dentro puedo estar triste y hasta deshecha, sintiéndome muy mal. Por ejemplo, hace unos meses, cuando me presenté en el programa “La movida”, de Verónica Castro, para mí fue muy difícil porque sabía que mi bisabuelita Aurora... ¿te acuerdas que una vez te conté de ella y de mi bisabuelito Luis?

Sí me acuerdo. ¿Qué pasó con tu bisabuelita?
Ah, pues que padecía leucemia y estaba desahuciada, sufriendo unos dolores terribles. Yo lo sabía, pero no quería aceptar que su final estuviera tan cerca. Y bueno, la noche en que me presenté en “La movida” me sentía muy triste, muy mal. Y precisamente ese día, el médico que la atendía, dijo que ya le quedaba poco tiempo de vida y que lo único que podía hacerse era ponerle una inyección para mitigar su dolor, y ella dijo: “Sí, que me pongan un sedante porque ya no aguanto más, pero antes préndanme la tela para ver “La movida” porque ahí va a salir mi nietecita.

Y te vio.
Sí, y como yo lo sabía le dediqué una canción que se llama “Aurora”, como ella. Luego, al otro día, cuando llamé para ver cómo seguía, mi mamá me dijo que cuando terminé de cantar la canción que le dediqué, se quedó dormida y...

Como en otras ocasiones, mientras me contaba sus historias, de nuevo se le quebró la voz y se le salieron las lágrimas. Y a mí otra vez se me hizo un nudo en la garganta. La Esquivel (que también estaba ahí) le dio un pañuelo. Gloria se secó el llanto y prosiguió.

Al poco rato murió, pero yo no lo supe. No quisieron decírmelo. Estaba filmando la película “Pelo suelto” y como la gente que trabaja conmigo ya me conoce prefirieron no darme la mala noticia. Saben que soy muy acelerada y que si me hubiera enterado de que ya estaban velando a mi bisabuelita habría corrida a su lado para sacarla del ataúd. Así que me lo dijeron días más tarde, cuando ya la habían sepultado.

Ya me imagino.
Ha sido una de las experiencias más duras por las que he pasado, porque ella me quiso por encima de todo, al igual que mi bisabuelito Luis, su esposo. Y cuando supe que se había muerto me sentí más sola y triste que nunca. Entonces me pregunté: ¿Y ahora, quién va a rezar por mí?
Y como tenía una presentación ese mismo día, salí a cantar con el corazón destrozado, porque aunque estés deshecha, cuando sales al escenario tienes que sonreír, pero esa vez, la verdad no pude. Me presenté llorando ante el público y le conté lo que me había sucedido. Porque a mis fans yo los siento mis amigos, y te juro que en esa ocasión sentí un consuelo enorme, porque la gente me comprendió y cantó conmigo, me animó bien bonito.


Como dicen, el show tiene que continuar, ¿no?
Pues sí, hay que seguir adelante. A mí me queda el consuelo de saber que, a pesr de todo, de las cosas que dicen de mí, de todo lo que me critican, gracias a mi bisabuelita soy una persona que cree en el amor, a pesar de todo. Porque ella y mi bisabuelito se amaron hasta el último momento. Él se murió antes, pero sé que ahora están juntos para siempre y que algún día yo también voy a estar con ellos.

No hizo falta otra pregunta más. No era necesario. Gloria estaba llorando de nuevo y esas lágrimas, de alguna manera, me hicieron sentir que, quizás como nunca antes, la había tenido cerca de mí, a mi alcance.

Además, la Esquvel decidió que se rompiera el encanto. Me hizo señas para que cortara la entrevista. La Trevi tenía que cumplir con otros compromisos. Y en el momento en que apreté el botón de stop de mi grabadora fue como si también le apretara el stop a Gloria. Me dio las gracias y un beso de despedida. Sí, de despedida, porque ya nunca volví a verla.

Ya no fue como en los viejos tiempos. La charla duró apenas una media hora. Gloria tenía otro compromiso y salió de la oficina de la Esquivel. A partir de entonces, como antes, no me quedó más remedio que seguirla a lo lejos, enterándome de sus hazañas, logros y escándalos pro medio de boletines de prensa, periódicos y otras revistas.